Cuando enseñamos, debemos evitar el facilismo o “melosería”.
No tomar vacua la palabra vacía.
Sin sumisión o complacencia, violencia o maltrato.
El pedagogo es un escultor de sensibilidades;
así como al artista se le entrega la piedra o el lienzo para que produzca
una obra de arte, al maestro se le entregan seres humanos
para que les ayudemos a cultivar su sensibilidad,
de forma que alcancen su estado estético donde sea posible
la plena expresión de la fuerza que los caracteriza.
Por lo tanto evitemos mutuamente los paradigmas,
que muestren o manifiesten ejemplos recibidos.
Luis Carlos Restrepo
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