lunes, 22 de agosto de 2011

La maestra Thomson


 Al entrar la maestra al salón, acostumbraba decir a sus alumnos: 
“los amo a todos”. Muy dentro de sí, sabía que a Jimm no lo quería, 
no lo soportaba, lo rechazaba; Jimm la incomodaba.

Un día se organizaron unas competencias para niños atletas 
y la maestra Thomson colocó el nombre de Jimm de último; 
al volver a la rectoría tomó  las hojas de vida de los alumnos, 
encontró la de Jimm, con anotaciones que decía:

“Jimm es bueno, Jimm puede transformar a sus compañeros, 
Jimm es el mejor de los niños, Jimm es un ángel 
y nadie lo ha descubierto…”.

La maestra salió corriendo y puso en la lista de los atletas el nombre de Jimm.

Días después, lo miraba a la cara y le confesaba que lo amaba, 
que la perdonara por todo el mal que le había causado…

Jimm le dijo: “perdóneme usted maestra por no ser mejor. 
Poco a poco fue superando su actitud y presentación.

Llegó el día del maestro y Jimm trajo a la maestra de regalo, 
un perfume empezado y una pulsera con algunas piedras saltadas; 
la maestra lo abrazó y besó: 

“Gracias Jimm, gracias! 

Se untó el perfume y volvió a besar a Jimm, quien acercándose a sus brazos le dijo:  

“Gracias maestra! Usted huele a lo que olía mi madre”

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