Al trabajo invisible
En Escandinava, o en cualquier parte del mundo… y aun hoy…
Uno de esos hombres que piensan que sus esposas no hacen nada, llegó cansado del trabajo y se quejó porque la comida no estaba servida, el bebé estaba llorando y la vaca no estaba en el establo.
- Él: - Me esfuerzo trabajando mientras que te quedas en casa, y cuando llego ni siquiera la comida está lista; no es justo.
Ojalá mi trabajo fuera tan fácil como el tuyo.
Ojalá mi trabajo fuera tan fácil como el tuyo.
Ella:- No te pongas así, querido – le contesto su esposa. Si quieres mañana hacemos cambio de labores.
Él: - Está bien, aceptó el hombre, satisfecho. Un día de descanso no me vendría mal.
Al día siguiente la mujer se levantó temprano y se fue a cortar el heno en los potreros. El hombre se levantó también y se dispuso a hacer las tareas caseras.
Lo primero era lavar la ropa. Estuvo restregando un buen rato, hasta que se acordó que tenía que preparar la mantequilla. Se hallaba en esa tarea cuando cayó en cuenta que no había puesto la ropa a secar.
Fue entonces al patio, la exprimió, la colgó y de regreso en la cocina encontró al marrano comiéndose la mantequilla; furioso, lo persiguió hasta sacarlo.
Al salir al patio, vio con horror como la cabra estaba mordiendo una de las camisas que acaba de colgar; la espantó, cerró la cerca, persiguió de nuevo al cerdo, lo encerró en la porqueriza.
Para entonces, ya era la una de la tarde, y él ni siquiera había terminando de hacer la mantequilla. Se puso de nuevo en esta tarea, pero tuvo que interrumpirla cuando oyó los mugidos de la vaca en el corral.
No había tiempo de llevarla a pastar al potrero. Decidió subirla al techo de la casa, las que son bajas y de techo cubierto de hierba; para suplir el potrero y ocuparse del bebé que acababa de despertar y lloraba sin parar.
Había que preparar la sopa. En esas estaba cuando oyó a la vaca resbalar en el techo; dejó lo que estaba haciendo, subió al techo, le echo una soga al cuello a la vaca, metió la soga por la chimenea y en cuanto estuvo de nuevo en la casa se ató el otro extremo de la soga a la cintura, así evitaría que la vaca se resbalara mientras él terminaba con la sopa. Pero la vaca resbaló y arrastró al pobre hombre hacia la chimenea, haciéndolo caer de cabeza en la olla. Así lo encontró su mujer cuando llegó del trabajo.
Él: Gracias al cielo llegaste- exclamó el hombre.
Este trabajo no es para cualquiera, no sé cómo nunca lo había visto. Perdóname! Desde entonces, nunca se volvió a quejar, y ayudaba a su esposa cada vez que podía.
Esto sucede -cuando las circunstancias no son a la inversa.
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