“Las madres no sospechan el daño que hacen a sus hijos, cuando los reprochan porque hacen esto o lo otro, les prohíben reír o hacer algazara: los convierten en pequeños hombres o mujeres, que han perdido su ingenuidad infantil.
Los niños no deben tener cuidados angustiosos, ideas reflexivas o afectos subjetivos: su vida ha de ser límpida y brillante, placentera y alegre, henchida de luz; hay que estimularlos para que jueguen y rían, para que su corazón rebose de alborozo; tratemos por todos los medios de prolongar la infancia”.
“De una niñez sin alegría no puede esperarse nada, porque las plantas sin flores, no dan fruto”.
“Si educamos a un niño para la dicha, permitiéndole manifestar abiertamente su alegría, nunca tendrá melancólicas disposiciones de ánimo; los que afligen a la humanidad, proceden de una infancia árida y rígida”.
”Permitamos que los niños manifiesten libremente todo lo que hay en su temperamento gozoso y feliz para que sean hombres de carácter valiente”.
Orison S. Marden
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