“La tierra no es un legado
de nuestros padres,
sino un préstamo que
nos hicieron nuestros hijos”.
– Sentencia de las comunidades aborígenes africanas -
Unos cuantos años más tarde, en la parte empinada del Parque Nacional, hoy, Avenida Circunvalar, tomábamos leche recién ordeñada acompañada de bocadillo veleño o panela, montábamos en burro y patinábamos.
Íbamos en caminatas a participar de la Eucaristía en la Basílica del Cerro de Monserrate * y a la salida de misa, desayunábamos o almorzábamos, según la coincidencia del horario.
Actualidad.- Afectado el cerro por el camino dizque “peatonal”, para llegar a la Basílica, los devocionarios suben al Cerro de Guadalupe, en dónde la imagen de la Virgen es la Inmaculada.
Se optó por el funicular y el teleférico para subir y disfrutar de cuanta recreación y devociones hay allí. Quiera el Señor de Monserrate que no le sigan averiando su montaña, pues los bogotanos quedaríamos en peligro, por la ignorancia de quienes ordenan la construcción del camino. Vale para el IDRD, como encargado.
Cultura.- Las tertulias, declamaciones y lecturas, eran frecuentes en las salas de las casas, amenizadas con música instrumental.
La Biblioteca Nacional organizaba exposiciones de pintura y conferencias.
Los cafés solo eran frecuentados por los caballeros, (Hoy 2011, las damas, por aquello de la igualdad o liberación femenina, alcanza altos porcentajes de adictas al alcohol, amén de haberse acabado la familia, y en su defecto la protección a los niños, se incrementó el rompimiento del hogar y aumentó la infidelidad) quienes tomaban tinto y bebían brandy y “güisqui”, el pueblo “chicha”.
Paseos por los entornos de la sabana.- Los sitios veraniegos eran Cachipay, Choachí, Sasaima, La Florida, La Esperanza, Útica, Tocaima, Apulo y Girardot.
La Estación de La Sabana era cómplice de los sorpresivos encuentros para el viaje en tren, antes de llegar a las fincas de esos lugares, visitadas por las familias bogotanas, dónde se arreglaban la mayoría de los matrimonios.
Mercado.- Las damas bogotanas mercaban en la Plaza Central, ubicada en la carrera 10ª con calle 10ª, tenían sus especiales “marchantes” y cargueros que llevaban el mercado hasta la despensa.
Los productos perecederos se obtenían diariamente en las características ventélas de la lechería y la fama, cuya publicidad era una bandera del color respectivo, blanco para la leche y rojo para las famas. La panadería o tienda se anunciaba por el aroma del pan.
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