Cuarta parte
¿Quién eres?
-Ella no respondió.
El grillo comprendió lo que sucedía,
sin pronunciar palabra, se metió en
un hueco de la noche,
que pronto se llenó de silencio.
¡Bienvenido, silencio!
Dijo ella con los labios
cerrados y se puso
a conversar con él,
hasta que se quedó
dormida.
-¿QUIÉN SERÉ YO, DIOS MÍO?
Entonces, entre los laberintos del sueño,
soñó con la oruga que tejía en el silencio
del capullo el color de sus alas;
soñó con la alondra que empollaba en el
silencio de su nido sonoros cantos para
la mañana;
soñó con el grillo, filósofo de la noche,
argumentando en el silencio su discurso;
y soñó con su propio silencio
semilla que crecía hacia la superficie
y hacia lo profundo de la tierra.
En ese momento comprendió quién era,
de dónde venía y para dónde iba.
Se soñó tranquila.
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