RESEÑA
DE UN TEXTO
QUE
JAMÁS DEBIERA RESUMIRSE
El
pasatiempo literario que va a leer usted, amigo, "UNA CARTA A
GARCIA", fue escrito de sobremesa, una
tarde, en el corto término de una hora. Pasó esto el 22 de febrero de
1899, aniversario del natalicio de Jorge Washington y en marzo del mismo año ya
se había publicado en la Revista "Philistine¨. Fue algo que brotó caliente
de mi corazón y lo escribí tras un día gastado en la pesada faena de excitar a
infelices sumidos en los limbos de una inacción criminal a que se tornasen
hombres auténticos, radiactivos.
“La
gente que nunca hace más de lo que se le paga, nunca obtiene pago por más de lo
que labora”. Elbert
Hubbard
UNA
CARTA A GARCIA
I parte
Hubo un hombre cuya actuación en la Guerra
de Cuba, culmina en los horizontes de mi memoria, como culmina un astro en su
perihelio.
Sucedió que cuando estalló la guerra
entre España y los Estados Unidos, palpose clara la necesidad de un
entendimiento inmediato entre el Presidente de la Unión Americana y el General
Calixto García.
Cómo hacerlo? Hallábase García en
esos momentos sabe Dios dónde, en alguna serranía perdida en el interior de la
isla, era preciso su colaboración.
Cómo hacerle llegar un mensaje?
Alguien dice al Presidente:
"Conozco a un hombre llamado
Rowan. Si alguna persona en el mundo es capaz de dar con García, es él: Rowan.
"McKinley da a Rowan una carta para
que la lleve a García. Rowan toma la carta y no pregunta: ¿En dónde podré
encontrarlo?".
¡Por Dios vivo!, hay aquí un hombre
cuya estatua debería ser vaciada en bronce eterno y colocarla en cada uno de
los colegios del universo.
A los jóvenes debe enseñárseles a
vigorizar, templar su ser íntegro para el deber, enseñarlos a obrar
prontamente, a concentrar sus energías, a hacer las cosas, "A llevar la
Carta a García”.
El General García ya no existe. Sin embargo, habrá -muchos
García- y más aun, muchos Rowan en el mundo.
Qué desaliento no habrá sentido todo hombre de empresa,
que necesita de la colaboración de alguien, que no se haya quedado estupefacto
ante la ineficiencia del común de los hombres por su falta de energía, de
diligencia, para llevar a término la ejecución de un acto.
Descuido culpable o negligencia, trabajo a medio hacer
desgreño, indiferencia, parecen ser la regla general. Y sin embargo no se puede
tener éxito, si no se logra por uno u otro medio obtener la colaboración
completa de los subalternos, a menos que Dios en su bondad, obre un milagro y
envíe un ángel iluminador como ayudante…
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