viernes, 15 de febrero de 2013

Ser diligente ayudaría a la humanidad


RESEÑA DE UN TEXTO
QUE JAMÁS DEBIERA RESUMIRSE

El pasatiempo literario que va a leer usted, amigo, "UNA CARTA A GARCIA", fue escrito de sobremesa, una  tarde, en el corto término de una hora. Pasó esto el 22 de febrero de 1899, aniversario del natalicio de Jorge Washington y en marzo del mismo año ya se había publicado en la Revista "Philistine¨. Fue algo que brotó caliente de mi corazón y lo escribí tras un día gastado en la pesada faena de excitar a infelices sumidos en los limbos de una inacción criminal a que se tornasen hombres auténticos, radiactivos.

“La gente que nunca hace más de lo que se le paga, nunca obtiene pago por más de lo que labora”.  Elbert Hubbard


UNA CARTA A GARCIA
I parte
Hubo un hombre cuya actuación en la Guerra de Cuba, culmina en los horizontes de mi memoria, como culmina un astro en su perihelio.

Sucedió que cuando estalló la guerra entre España y los Estados Unidos, palpose clara la necesidad de un entendimiento inmediato entre el Presidente de la Unión Americana y el General Calixto García.

Cómo hacerlo? Hallábase García en esos momentos sabe Dios dónde, en alguna serranía perdida en el interior de la isla, era preciso su colaboración.

Cómo hacerle llegar un mensaje?

Alguien dice al Presidente:

"Conozco a un hombre llamado Rowan. Si alguna persona en el mundo es capaz de dar con García, es él: Rowan.

"McKinley da a Rowan una carta para que la lleve a García. Rowan toma la carta y no pregunta: ¿En dónde podré encontrarlo?".

¡Por Dios vivo!, hay aquí un hombre cuya estatua debería ser vaciada en bronce eterno y colocarla en cada uno de los colegios del universo.
A los jóvenes debe enseñárseles a vigorizar, templar su ser íntegro para el deber, enseñarlos a obrar prontamente, a concentrar sus energías, a hacer las cosas, "A llevar la Carta a García”.

El General García ya no existe. Sin embargo, habrá -muchos García- y más aun, muchos Rowan en el mundo.


Qué desaliento no habrá sentido todo hombre de empresa, que necesita de la colaboración de alguien, que no se haya quedado estupefacto ante la ineficiencia del común de los hombres por su falta de energía, de diligencia, para llevar a término la ejecución de un acto.


Descuido culpable o negligencia, trabajo a medio hacer desgreño, indiferencia, parecen ser la regla general. Y sin embargo no se puede tener éxito, si no se logra por uno u otro medio obtener la colaboración completa de los subalternos, a menos que Dios en su bondad, obre un milagro y envíe un ángel iluminador como ayudante…



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