sábado, 16 de febrero de 2013

Sentido común?


UNA CARTA A GARCIA
III Parte
En cierta ocasión me decía el jefe de una gran fábrica:
Ve usted a ese contador que está allí?

Sí, como no?

Es un gran contabilista; pero si lo envío a la parte alta de la ciudad con cualquier objeto, puede que desempeñe la misión correctamente; 
pero puede ser también que en su viaje se detenga en cuatro 
cantinas y al llegar a la calle principal de la ciudad 
haya olvidado absolutamente a qué iba.
Podría confiársele a un sujeto así la carta a García?

En los últimos tiempos es frecuente oír hablar con gran 
simpatía del pobre trabajador víctima de la explotación industrial,
del hombre honrado, sin trabajo, que por todas partes busca
inútilmente en qué emplearse.
A todo esto se mezclan palabras duras contra los que están arriba, 
nada se dice del jefe de industria que envejece prematuramente 
luchando en vano por enseñar a ejecutar a otros un trabajo que ni quieren aprender ni les importa; ni de su larga 
y paciente lucha con colaboradores que no colaboran 
y que sólo esperan verlo volver la espalda para malgastar el tiempo.

En todo almacén, en toda fábrica, hay una continua 
renovación de empleados. El jefe despide a cada instante 
a individuos incapaces de impulsar su industria y llama 
a otros a ocupar sus puestos.
Esta escogencia no cesa en tiempo alguno ni en los buenos 
ni en los malos. Con la sola diferencia de que cuando hay 
escasez de trabajo la selección se hace mejor; 

pero en todo tiempo y siempre el incapaz es despedido;
“ la ley de la supervivencia de los mejores se impone".
Por interés propio todo patrono conserva a su servicio 
los más hábiles; aquellos capaces de llevar la carta a García.


                                                                               No al aborto

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