TESTIMONIO
“El amor
materno es una afirmación incondicional de la vida del niño
y sus necesidades”.
-Mi madre lo cumplió-
“El amor
materno inculca en el niño el amor a la
vida, y no solo el deseo
de conservarse vivo”.
-Mi madre lo
cumplió-
Simbolismo
bíblico: ”La tierra prometida”, tierra símbolo materno;
se describe como “plena
de leche y miel”. “La leche es el símbolo
del primer aspecto del amor, el de
cuidado y afirmación.
La miel simboliza la dulzura de la vida,
el amor por ella
y la felicidad de estar vivo”.
-Mi madre lo cumplió-
“La mayoría
de las madres son capaces de dar “leche”, pero solo
unas pocas pueden dar
“miel”. Para estar en condiciones de dar
miel y ser una “buena madre” debe ser
una persona feliz –
y no son muchas las que logran alcanzar esa meta.
No hay
peligro de exagerar el efecto sobre el niño”.
-Mi madre lo cumplió-
“El amor de
la madre a la vida es tan contagioso como su ansiedad.
Ambas actitudes ejercen
un profundo efecto sobre la personalidad
total del niño; indudablemente, es
posible distinguir, entre los niños
–y los adultos- los que solo recibieron “leche” y los que
recibieron “leche y miel”.
-Mi madre lo cumplió-
“Y es
precisamente por su carácter altruista y oneroso que el
amor materno ha sido
considerado la forma más elevada de amar,
y el más sagrado de todos los
vínculos emocionales”.
-Mi madre lo tuvo-
“Con el
recién nacido y en sus cuidados, a pesar de que no “obtienen”
sino una sonrisa
o una expresión de satisfacción en su rostro,
la mayoría de las mujeres son
felices”.
-Mi madre lo fue-
“Cuando el
niño está en el proceso de crecimiento y separación,
la madre debe ser generosa
y capaz “de dar todo sin desear nada,
salvo la felicidad del ser amado”.
Mi madre lo
cumplió-
“La mujer
que es capaz de amar mientras su hijo es pequeño,
será una madre amante, y
aceptará la separación –y aun después
de la separación seguirá amando”.
–Así fue mi
madre-
“Existen factores psicológicos
específicamente humanos que
determinan este tipo de amor maternal.
–Yo lo
comprobé-
Volviendo a lo fácil que fue cuidar a mi madre, reafirmó la
oportunidad
de ver el umbral de la vejez, sin temores ni angustias.
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