1998
Aparentemente, mi madre no tuvo otra enfermedad diferente
a la vejez.
No fue una enferma terminal, estaba terminando
su misión,
de servicio, de ejemplo, de apoyo, ayuda, interés y amor...
de servicio, de ejemplo, de apoyo, ayuda, interés y amor...
Ejemplo, sí -fue el mejor espejo en el cual pude mirarme.
Mi madre, quien llenó de olvido y tolerancia su
dolor.
Sufrió en silencio, su inminente partida…
Sufrió en silencio, su inminente partida…
La fría noche del 3l de
agosto, te perdí.. Al no tener tu mirada, tu voz y tus órdenes…-No quedó nada para mí- Me despedí para siempre. No quise guardar en mi
memoria un rostro obligado al sueño…
Tu estática agonía pasó a su tercer día.
Un día de esos que congelaron mi alma…
Tu estática agonía pasó a su tercer día.
Un día de esos que congelaron mi alma…
Cuando tu vida pendía de
un hilo, llegó a mi la memoria el fragmento de:
“Mi cuerpo errante se
fatiga…de llevarme por la tierra”. Eugenio Montejo.
Eso, dio consuelo momentáneo a mi dolor.
A tu centenario y natalicio, te hablo del amor, como
tal vez nunca
lo expresé con palabras, ni caricias, sí, con mis sencillos
actos.
No hay
testigos…Solo Dios.
En ese ingrato 13 de junio de 1998, me dejaste y en el
solitario 8 de septiembre,
del mismo año, “me abandonaste”, con tu final
partida.
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