Las actitudes determinan las emociones, y éstas los
sentimientos que hacen que nos sintamos bien o mal.
Nos sentimos alegres, tristes, enojados,
inseguros, avergonzados, motivados.
No permitir a los sentimientos controlar las
emociones para que ellas no nos controlen a nosotros, saber que hay equilibrio.
Las tareas o labores que realizamos deben
hacernos sentir bien.
Sonreír y realizar lo que nos hace felices, sin
lastimar a los demás.
Lamentarnos es quedaremos en el pasado, “Quien
coge el arado y mira atrás, no avanza”,
dice el Señor.
Quejarnos nos hace sentir tristes, inconformes: por
“lo que pudo haber sido y no fue”.
Llegado un momento adverso, una experiencia de
aridez, reflexionarlos con madurez que es perseverancia para llevar un proyecto
a feliz término, a pesar de los obstáculos.
Con madurez controlamos la ira y allanamos las
diferencias sin violencia. Madurez es la humildad y el valor de reconocer
cuando se está equivocado y si la razón está de nuestra parte, no mostrar la satisfacción
para decir: “Yo lo advertí”.
Madurez es tomar una decisión y sostenerse en
ella; es el arte de vivir en paz cuando las circunstancias así nos lo
presentan.
Paciencia, es libertad de rechazar un placer
momentáneo en aras de la felicidad.
Constancia, es vencer las derrotas, es la
capacidad para enfrentar las
adversidades y frustraciones, sin lamentarse.
Recopilación del Boletín de Voluntariado hospitalario
de la salud Seccional Cundinamarca, 1978,
cuando para la salud aun había humanidad y evangelización.
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