jueves, 3 de noviembre de 2011

Familias, infantes y jóvenes me preocupan como nunca...


Se violentan y pelean sin establecer la causa de lo que el gobierno 
infiltra para contaminación de ellos, la educación y las universidades. 
confunden sus aptitudes y truncan sus ideales.
La divulgación subversiva no permite que la juventud integre sus 
deseos de ser mejores académicos y profesionales.

No se esfuerzan en construir un mejor y nutrido porvenir, sino que 
quieren llegar al éxito y la fortuna por el rumbo del facilismo. 
Todos quieren ser adinerados, sin luchar.

Sus actuales falencias son cimentadas en la ausencia de disciplina y  
autoridad, se abona la desenfrenada negligencia y/o indiferencia.

Con impulsos anárquicos se vuelcan sobre sus claustros 
educativos, aulas, laboratorios, invaden las plazas públicas, sin un 
ideal propio del adelanto patrio y destruyen cuanto
encuentran a su paso. Desconocen la fuerza moral, 
por la orfandad de hogar, de amor, de dirección.

Décadas ha, estudiar comprendía el anhelo de convertirse un ser,
en persona destacada dentro de una sociedad que luchaba. 
Ir a la escuela era el complemento de lo que en el hogar 
nos habían legado.

La madre comenzaba la tarea de las primeras letras, la buena educación 
en los valores y nosotros seguíamos el rumbo de la urbanidad de Carreño, 
y el testimonio de la cuna.

El niño necesitaba hacer ver que sabía leer, tomar los libros de la biblioteca 
de su casa, cual era su tesoro, en cada familia culta.  
 Hoy, que la tecnología fluye por doquier, que el gobierno la lleva por ríos
a rurales caminos, cuando la población urbana y campesina tienen a su 
alcance todo, cuando se les facilitan bibliotecas especializadas, la juventud 
se desborda en violencia para exigir más y más…

¡Qué lástima! 
Se proporciona menos con el estímulo del idealismo de género, 
el aborto, los embarazos de adolescentes, fingiendo respeto.  
El matoneo y la burla sacrifican el amor propio.
Las edificaciones de universidades y planteles educativos, 
no solo dan ganas de llorar, sino que causan depresión.
¡La humanidad siempre será inconforme!

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