Personalmente creo que tenemos dos clases de
orgullo, el de la vanidad y el de la dignidad... Este último no lo tocan jamás,
quienes lo intentan, solo lo lastiman...
Hay personas que aceptan con altura porque de pronto
aplican la filosofía de Diógenes: "No es rico quien más tiene, sino quien
menos necesita".
Humanamente ¡Qué lástima! Que de la calumnia algo
queda y se afecta el concepto que de nosotros han formado, los desocupados. Se lastiman
los sentimientos de quienes no saben defenderse.
Inocente! El honesto, el que no se vende, el que no
sabe causar daño, el que todo disculpa y perdona, el que muere en el proyecto
de mejorar y no lo logra.
No nos falta el valor ni la humildad para hacer
énfasis en que la clase media, sí se allega a la paz, son la gente pujante que
no le importan los afanes corruptos y adversos.
Sé que el resentimiento no perdona, ni olvida. Se
han ido unos y quedado otros... Es el equilibrio de que siempre hablan los
estudiosos de derechos Humanos.
Me consuela saber que el descrédito de las
infiltraciones en las universidades públicas, no del todo detiene que haya
jóvenes que, al margen de las revueltas, se profesionalizan.
Asimilo que el Planeta Tierra sufre irreparables
incendios en los bosques por una diminuta chispa; que un grano de arena o una gota de agua no
pueden apagarlo.
"Son sencillos los que saben tolerar los golpes
duros, la propia debilidad, la inseguridad económica, la incomprensión de los
intransigentes, las prisas pueriles, las exigencias de los que mandan, las
oposiciones de dentro y de fuera, las noticias molestas, el tiempo perdido en
atender a los empalagosos. La verdadera sencillez es una señal de alma enérgica
que se domina", la clase media que sostiene la patria.
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