Comparando el deteriorado y tenebroso aspecto que presenta el hermoso edificio de la Universidad Pedagógica de la calle 72, sufrí, sufrí un tanto por el escaso tiempo que algún día, hube de pasar como estudiante.
Pensé que de pronto, ahora quedara allí un panóctico, pues vislumbre vergüenza en los estudiantes, cuando abandonan la edificación.
Caminando, reflexioné que en el mundo no solo hay máscaras para el rostro, sino también para casas, calles y universidades.
Qué es la máscara?
Una figura de diversos materiales, que se usa para disfraces en fiestas, carnavales y folclor. El antifaz, la careta y el pasamontañas, forman parte de todas estas máscaras. Los grafites y escandalosos murales, son otra especie de “mascaras”, que vulgarizan las edificaciones y esconden la identidad de algunos estudiantes.
El “pasamontañas”, se ha convertido en el atuendo que usan los subversivos, infiltrados en las universidades públicas, para despistar a las fuerzas del orden y que comúnmente los llaman “encapuchados”.
Esos seres que destruyen su propio templo, la universidad y que camuflados como estudiantes, están alimentados de odio y resentimiento por su familia y la patria, consideran que la violencia es el camino a encontrarse ellos mismos.
Volviendo al artículo del señor Ardila Rueda, él nos explica que la máscara hace parte de la “apariencia”, que la encontramos en todo ser y manejada en todo lugar.
“La apariencia es una cosa “hermosa” a la vista y golosa para engañar. Los italianos la definen de manera precisa como la máscara seductora que llega con la falsedad”.
De toda la vida, tratamos de aparentar y muchísimo más cuando el mundo y el comercio nos ha llevado a –un consumismo- sin precedentes ni futuros. “Tarde o temprano la imagen falsa se desvanece”.
“La apariencia gobernando a los políticos”, ha hecho que la mayoría de los colombianos hubiésemos perdido la confianza en ellos, quienes distinguen su “máscara”, con promesas.
”Ser sincero enriquece el espíritu”. No demostremos lo que no somos, de hecho, lo contrario es “disfrazar” nuestra personalidad y genética, rechazar los valores.
“Ser transparente” indica que somos fiables, leales, auténticos y verticales.
Recuerda, la máscara no tiene nacionalidad, color político ni credo; la máscara es sinónimo de falsedad y en la mayoría de las veces, la llevamos y no lo sabemos. Trata de buscar la tuya pues al encontrarla, no te mentiras jamás; los instantes que enfrentas al espejo de tus actuaciones si corriges, te hará sentir valioso. Tu espíritu crece.
Euclides Ardila Rueda, laico católico.
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