Las presiones externas del ser, como la rapidez de la vida, el trabajo condicionado y deshumanizado, la falta de comunicación y el facilismo, hacen olvidar lo importante que es el compromiso que tenemos para con Dios, la salud, y la convivencia.
El hombre nació para vivir en armonía y dignificarse con el trabajo. La recreación y el descanso, no son el ocio que creemos, es el esparcimiento físico, que aísla el cuerpo de presión por medio de movimientos y juegos; estabiliza el proceso de crecimiento para renovar el estilo de vida.
El descanso es fundamental, libera tensiones, repone energía, revitaliza la mente y el cuerpo, para seguir en la lucha que la vida nos ofrece.
La tecnología a través del confort ha mecanizado nuestro cuerpo al punto de convertirnos en seres sedentarios y débiles.
El hombre sedentario, ya no camina y el que corre, tampoco. Los dos buscan en diferentes campos la satisfacción individual, bajo razonamiento humano; complacemos a los demás, sin complacer a Dios.
El mundo globalizado nos ha apartado del diálogo con nuestros semejantes y tenemos adiciones al afecto sin solucionar los apegos. Para comunicarnos con nuestros seres más amados y en un mismo lugar, nos valemos del “black berry”.
Otro estilo de vida, dentro de la misma actual, es correr sin descanso, para alcanzar metas de consumismo y luego, enfermos, justificar lo que no hemos alcanzado.
Que nuestra arma no sea el cuerpo.
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