Encontramos los Achaguas, Arhuacos, Arawak, Bakairí. Barsanna, Tukano, Caribes, Cubeas, Maca, Tupi-guaraní, Curacás, Guajiros, Guambianos.
Una colombiana, como yo, tiene sentido de pertenencia hacia ellos y alegría por la nueva Ley de Restitución de Tierras, aprobada recientemente en nuestro país.
Hay algo muy importante respecto de algunas tribus que son monoteístas, adoran un ser superior y hay una práctica importante, con la cual admiten la reencarnación. “Cuando sus ojos se cierran a todo lo visible, cuando sus manos no resistan el peso de la mayunta, cuando su nariz no perciba el olor del tubérculo piripirí, vendrán los días mejores en un mundo que disfrutarán durante muchas lunas para ser verdaderamente felices pasando el período de prueba de la reencarnación”.
Comentario al margen de sus creencias: Con esta despedida de los seres que mueren, encuentro que no es, propiamente, en la reencarnación que ellos creen, más bien considero que se trata de una vida eterna; puesto que hablan de la “felicidad y el período de prueba”, a que todos estamos sometidos, sin ser “Curacás” y mientras dure la vida terrenal de todo individuo, dada como oportunidad para hacer todo bien, en el amor.
Destaco con gratitud el valor y esfuerzo de todos los sacerdotes misioneros entregados a la evangelización en nuestro país, quienes con sacrificio los han protegido.
Entre ellos están los italianos y sudafricanos de la Consolata, quienes han entregado su vida (60, 70 años) y son más colombianos que nosotros y los Redentoristas por los testimonios. No puedo nombrar más por falta de información.
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