lunes, 30 de diciembre de 2013

Las cosas que deben decirse...

La personalidad, que lleva a germinar deliciosos frutos 
en el interior de las almas.
Hay seres que uno ha conocido, y durante la convivencia o trato, 
no se comunican, por temor de llegar a la adulación. 
Esto es, dar a conocer a nuestros próximos, lo que significan 
en una comunión de amistad.
Sin embargo cuando se van, penetra en el corazón 
el cuestionamiento interior y comienza a haber una especie 
de conversación, en dónde solo habla el corazón, dejándo salir 
hilos de reconocimiento.


Don Roberto y el "agalludo".
Hace como siete años, tuve la oportunidad de conocer a don Roberto Martínez, 
suegro de Sarita, quien con su sonrisa y don de gentes mostró a mis
sentimientos lo que es ser indulgente.

Durante las visitas mutuas, ratifiqué mi concepto, por su prudencia, 
que radicaba totalmente en sus nobles y puros sentimientos hacia su familia 
y la humanidad de su entorno, hizo parte de nuestra familia…
Pocas y grandes interrelaciones tuvimos en estos cortos años, 
dada la distancia, que siempre hicieron germinar en mí, la gratitud.

Balcón de la casa de don Roberto,
con la musicalidad de un móvil
A comienzos de 2012, me hizo un hermoso regalo de la imagen 
del Niño Jesús de Praga, obsequio de uno de sus profesores de juventud,
 que  guardaba celosamente.

Hoy debiera cumplir 95 años, -los que celebra en el cielo-
junto al dueño de la vida. 
Los suyos no pueden reponerse tan pronto, buscando tal vez
su parte física… Lo encontrará, cada uno, en su interior espiritual, 
en el HABER VIRTUAL de las virtudes que un alma, 
como don Roberto prodigó a quienes compartimos con él.

Don Roberto, sé que nada de este mundo le falta!

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