viernes, 27 de septiembre de 2013

Memorias...solo eso

 DIOS ME DIO, NO SOLO LA VIDA… 
II
Me dio ángeles que confiaron en mí, como  el doctor 
Aaron Rotlewich, mi primer jefe. Don Carlos Julio Abusaid, el segundo. 
Jefes indirectos que, incondicionales, me enseñaron a ser profesional, 
como don Misael; el señor Amado, que, con su anécdota sobre papá, 
me enseñó la responsabilidad al cumplimiento y la disciplina, 
no, la tendencia al rencor. 
Los doctores Alberto Osorio Arrieta y Rafael Hurtado Aguilera, 
jefes y amigos, que estimularon mi talento. 
Me ayudaron en el desarrollo de la personalidad, 
a la cual mi madre había colocado fuertes pilares 
de moral y amor propio.
Al intento de nuevas oportunidades en Nueva York, 
conocí a Helen Blanchfield, que llevándome como 40 años, 
me servía de compañía y profesora de inglés.
El alemán H. Schmiri, señor que reconociendo mis aptitudes, 
las estimuló; con él, Trusdell, jefe de personal de North Atlantic Ind., 
en Long Island, N.Y. La señora Rose Arcillo, quien no solo alimentó 
mi espiritualidad con sus obsequios, entre ellos, 
la Imagen del Niño Jesús de Praga, sino que corregía mis actitudes, 
para que no solo fuera respetable, sino que aparentara serlo.


Al salir de esta empresa que trabajaba 
para la NASA, hice pinos para 
cambiar de oficio, donde pudiera dar 
satisfacción a las expectativas 
de mi madre y aplicar mi condición de oficinista.
Interrelacioné con Bette Brady, 
dueña de una oficina de trabajo 
que en la  entrevista quiso colocarme 
en una excelente compañía 
que formaba parte de la bolsa de Nueva York, 
para hacer posible mis aspiraciones.
El señor Roden, Director de Personal de 
Jas H. Oliphant, en el piso 25o. de un elegante 
edificio en Wall Street, despertó mi autoestima, 
al ofrecerme US $15,  más de sueldo, 
a mi sencilla aspiración como auxiliar, 
en el Departamento de Contabilidad.

El anterior detalle, no fue único para sentir que las 
personas nacemos con un Ángel Custodio…

¡No a la guerra, ni al aborto!

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