DIOS ME DIO, NO SOLO LA VIDA…
II
Me dio ángeles que confiaron en mí, como
el doctor
Aaron Rotlewich, mi primer jefe. Don Carlos Julio Abusaid, el
segundo.
Jefes indirectos que, incondicionales, me enseñaron a ser profesional,
como don Misael; el señor Amado, que, con su anécdota sobre papá,
me enseñó la
responsabilidad al cumplimiento y la disciplina,
no, la tendencia al rencor.
Los doctores Alberto Osorio Arrieta y Rafael Hurtado Aguilera,
jefes y
amigos, que estimularon mi talento.
Me ayudaron en el desarrollo de la
personalidad,
a la cual mi madre había colocado fuertes pilares
de moral y amor
propio.
Al intento de nuevas oportunidades en Nueva York,
conocí a Helen
Blanchfield, que llevándome como 40 años,
me servía de compañía y profesora de
inglés.
El alemán H. Schmiri, señor que reconociendo mis aptitudes,
las estimuló; con él, Trusdell, jefe de personal de North Atlantic Ind.,
en Long Island, N.Y.
La señora Rose Arcillo, quien no solo alimentó
mi espiritualidad con sus
obsequios, entre ellos,
la Imagen del Niño Jesús de Praga, sino que corregía mis
actitudes,
para que no solo fuera respetable, sino que aparentara serlo.
Al salir de esta
empresa que trabajaba
para la NASA, hice pinos para
cambiar de oficio, donde
pudiera dar
satisfacción a las expectativas
de mi madre y aplicar mi condición
de oficinista.
Interrelacioné con
Bette Brady,
dueña de una oficina de trabajo
dueña de una oficina de trabajo
que en la entrevista quiso colocarme
en una excelente compañía
en una excelente compañía
que formaba parte de la bolsa de Nueva York,
para hacer posible mis
aspiraciones.
El señor Roden,
Director de Personal de
Jas H. Oliphant, en el piso 25o. de un elegante
edificio en Wall Street, despertó mi autoestima,
al ofrecerme US $15, más de sueldo,
a mi sencilla aspiración como auxiliar,
a mi sencilla aspiración como auxiliar,
en el Departamento de Contabilidad.
El anterior detalle, no fue único
para sentir que las
personas nacemos con un Ángel Custodio…
¡No a la guerra, ni al aborto!
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