Carta histórica que transcribo para ti,
para
alguien que me comprenda...
Hace casi 15
años, cuidar a mi madre, fue fácil....
Fue
enriquecerme de su pasado, conocer costumbres en el tiempo de su infancia,
saber los nombres de sus familiares, anécdotas de cada uno de ellos;
hacerla
recordar, con mis preguntas, su vida, saber de modas y comidas;
oír un poco
la causa de su triste espíritu y cambiar rápidamente el tema;
evocar
recuerdos, aquéllos, que al mirar su rostro veía iluminado, bajo el despliegue
de sus labios; usar vocablos idos, los que traía a mi memoria para
hacerla reír.
Cumplí mi
meta, que sólo duró dos semanas…porque
volví a ver su mirada fija, nostálgica, preocupada y lo que me es peor, distante...
Insistí, con
unas cuantas preguntas, para buscar la causa de su preocupante vacío moral
y lo encontré en la humedad de sus ojos, en el temblor de sus manos, en el
titubeo
de sus palabras y en lo quebradizo de su voz...
de sus palabras y en lo quebradizo de su voz...
Afloró el
miedo de quedarse sola y con el miedo,
la angustia.
Sola, llamó
mi madre, estar sin uno de nosotros, de ustedes.
Fácil poner
en comunión la individualidad, el encuentro de mi espíritu
y el de mi
madre.
“Confieso
desde lo más profundo de mí, que fue fácil atenderla, cuidarla, durante esos
meses que la vida me dio la oportunidad y que Dios permitió para reparar mis
fallas anteriores”.
--Esta carta escrita hace
un año, el 7 de junio de l997, cobra vigencia hoy l5 de junio de l998, (15 años
ha, en 2012)--.
Linda
experiencia fácil, humana y deliciosa. Exquisito ese encuentro de miradas y
contacto de manos... era no ver sus canas, ni arrugas.
Era no
sentir que estaba imposibilitada, sino complementar su necesidad,
cuando, fue
tan grato, que la causa me ayudó a preparar mi incipiente vejez y dar ejemplo a
la generación que empecé a dejar.
Atender a mi madre sin sentir que fue un peso, en mejores palabras, saber
que nos acompañó, recreó; hablarle del pasado y encontrar el tema apropiado,
para no especular que deliraba, que inventaba, que “maquinaba”...
Sabes? Esa mujer fue la más inteligente que se haya pasado enfrente mío.
Sin jactancia, esa era mi madre.
Debía acompañarla,
sin cronometrar la visita, era celosa
sana de que le tasásemos el tiempo dedicado; si la ayudaba, no era para observar
su limitado cuerpo,
sus
impedimentos, era necesario mírarle su interior, dentro, muy dentro.
Permitir que
aflorara su lucidez, respetar su memoria.
Dar apoyo a
su truncada energía.
Para aquella época, no me llené de pena, de aflicción,
de preocupación o angustia...
Para aquella época, no me llené de pena, de aflicción,
de preocupación o angustia...
La vida fue
y ha sido tan generosa, que dejó a mi alma la frescura de la paz.
Hoy, al
umbral de la vejez me permite observar el túnel venidero de la propia existencia.
Mi madre
aparentemente no tenía otra enfermedad que su vejez, mas dentro…
En su
propio interior, hubo algo, que aun hoy, ignoro.
Élla no era
enferma terminal, estaba terminando su misión, la de servir de
apoyo, la
de ayudar, la de mitigar el dolor y la de dar su amor...
Ser ejemplo
de vida, porque –fue el mejor espejo
en el cual hubiera
podido mirarme-.
Los médicos
suavizaron su último paso por acá, no su espíritu, porque,
“El ánimo
del hombre soportará su enfermedad”. Salomón
Fue la más prudente a nuestras quejas,
tácita albergaba nuestros
menesteres y al despedirnos, nos encomendaba a Dios.
menesteres y al despedirnos, nos encomendaba a Dios.
Su angustia
crecía en su afán por cobijarnos, para que nuestras
inquietudes pasaran rápidamente...
inquietudes pasaran rápidamente...
Su amor no
fue muy expresivo, SÍ, manifiesto,
fué la persona que más nos ha amado.
fué la persona que más nos ha amado.
Debí animarla
sin faltarle al respeto, porque se le podía lastimar.
Además, como persona, qué admiré en mi madre?
Su decoro, discreción, elegancia,
pudor y -don de gente.
Además, como persona, qué admiré en mi madre?
Su decoro, discreción, elegancia,
pudor y -don de gente.
Gracias a
Dios, su lucidez fue plena; aproveché ese tiempo, el mejor,
desde el vértice
diferente al de la realidad “Terminal” de todo ser.
Verla como
era élla, mi madre, y aceptar que su edad a 1998, fue la más productiva,
y, como dijera alguien, de quien ignoro su nombre:
y, como dijera alguien, de quien ignoro su nombre:
“Un ser no
envejece, cuando se arruga su piel, sino cuando se arrugan
sus Ilusiones y sueños...”
sus Ilusiones y sueños...”
Entre ellos,
a sus 86 años, se creía necesaria; lo que
ignoró fue que era mucho
más que eso, era lo más importante en mi vida…y en el dolor de su partida quise
dejar una corta remembranza de esta carta, tal vez la más larga que haya escrito,
y la que dejé sin enviar a su destino, hace casi quince años, que ahora transcribo
para ti, para alguien que me comprenda.
más que eso, era lo más importante en mi vida…y en el dolor de su partida quise
dejar una corta remembranza de esta carta, tal vez la más larga que haya escrito,
y la que dejé sin enviar a su destino, hace casi quince años, que ahora transcribo
para ti, para alguien que me comprenda.
Porque el tiempo se va, pero el alma queda!...
Si mamita, el alma queda... el cuerpo se va pero los recuerdos quedan para siempre, hasta que Dios decida volverlos de nuevo instantes.
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