sábado, 30 de agosto de 2014

Se va agosto…mes de los vientos

A dónde vas cometa con esa niña 
Haz volar tu imaginación…como vuelan las cometas
Por el año 1947, se acercaba agosto, hermoso mes 
de las cometas, cuyo destacado “Evento del Viento", 
lo celebran en Villa de Leyva, mas lo que voy a narrar, 
es un histórico cuento, referido a papá, quien aficionado 
a hacer cometas enseñaba a sus hijos y se recreaban 
todos, en los potreros de Bogotá *.
Por cierta noticia de televisión, llegó la remembranza, (*)
sobre un travieso niño llamado Guillermo,
quien contaba 11 años, y las exigencias que hizo.
A este chico se le prometió un pandero, en cuya afición
todos los implicados participaban. Por tanto,
se le indicó que alistara unos palitos de –caña brava- 
afinados para armarlo; papá debía aportar el papel 
milano y la piola.
Al siguiente domingo, el muchacho miró las manos 
de su progenitor y como no le viera paquete alguno, 
se le encaró diciendo:"Yo hice mi parte y usted no?.
Se me ha comentado que sabe hacer panderos,
no me salga con el cuento de una cometa pequeña,
“a mí me cumple”, con una grande...".
Llamábase pandero a una enorme cometa, 
que requería larga piola y pesada cola, para volarla.
Personalmente, jamás elevé una cometa.
* La afición sigue con peligro, pues detiene el decolaje y arribo de los aviones. 
Han informado que una cometa puede llegar a derribar un avión y ocasionar accidentes. 
Solicitan prudencia a los habitantes del área que circunda el aeropuerto.
El evento de las cometas se complementaba con el almuerzo 
dominical de las familias bogotanas, en los años 
del treinta al setenta.
Esto no es un puchero
En uno de estos acontecimientos, por el año 47, 
no sé quien hacía el almuerzo en casa, que por cierta
tradición, lo llamaban “puchero” (*). A este delicioso caldo,
con sabor a repollo y a plátano maduro, se le agregaba mazorca, papa sabanera, yuca, arracacha, costilla de res y pollo.
El plato fuerte se llamaba seco y lo aderezaban con delicioso 
guiso de cebolla larga y tomate, a veces, queso rallado.
Lo acompañaban con arroz blanco, ají y aguacate.
El caldo iba por separado, con abundante picado de cebolla
 y cilantro.
A este delicioso plato sabanero, orgullo de la familia, 
le perdí el agrado a finales del año 59, cuando Héctor Muñoz, 
mi encantador médico, después de haberle atendido 
el tan nombrado puchero, lo dejó servido y comentó:
"Este plato es solo harinas, lo único delicioso, es el caldo".

*Dos coloquiales acepciones colombianas:
-Puchero de alimento.
-Puchero el gesto que hace
un bebé antes de llorar.

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