Después de pasar por algo así como treinta
–techos y suelos-, de cada uno hay una historia,
-MI HISTORIA-
Logré rescatar algunas situaciones que impactaron
mi niñez y juventud.
El Neno y la nena... |
En los siguientes cinco: en uno, inocentemente jugábamos
con esos animalitos que impresionan muchísimo, eran blancos;
jugábamos como si fueran conejos, hasta que Emilio,
el esposo de mi tía Soledad, advirtió a los mayores,
el peligro que corríamos.
En otro, de pronto lo más trascedente, fue
LA NAVIDAD
dónde conocí juguetes, y la experiencia
del
primer Pesebre; reconozco que no fue para mí la ilusión
del disfrute, porque los muñecos no tenían vida.
primer Pesebre; reconozco que no fue para mí la ilusión
del disfrute, porque los muñecos no tenían vida.
Seguidamente, en 1948, en un lugar campestre,
la recreación, la naturaleza y, conocer a papá
fuera quizá, lo más relevante.
En casa del señor Pizón, las visitas de amistades de Chapinero,
el Bogotazo, una grave enfermedad de mi abuelito
y la muerte de mi abuela Susana, contrastaron mi vida.
Mi madre en Villeta |
Era una pequeña quinta con verja y antejardín,
de patio cerrado, adornada con el color de variadas flores,
que mi madre cuidaba.
En la granja de la señorita Anaís, recibíamos apoyo
de mi abuelito Atanasio. Los Ayala, también nos visitaron.
Conocí el miedo y la familia y con la anécdota de la gallina”;
supe de la rectitud y honestidad de mi madre.
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