En casa de don Isidoro Martínez, “el sordo”,
como le llamaban en la cuadra,
Cecilia (q.e.p.d.) volvió a vivir con nosotros, pues
antes estaba con Blanca.
Aquí supe que existía el mal.
Esta casa era muy linda, su frente con verja y jardín,
con la puerta de la sala, hacia la calle.
En el mismo año, vamos a vivir a Bogotá, a una
casa heredada por mi abuela Susana.
La institutriz, Raquel Vergara, cuida de nosotras,
especialmente la reemplaza respecto de Teresa.
De ahí, nos mudamos al edificio Báez, para posesionarnos
del segundo piso, que había correspondido por legado,
a mi madre, Bogotá, 1951/1958.
Cesa nuestro peregrinar de casas en arriendo hasta finales
del año 58, que salimos de Bogotá, nuevamente para
Fontibón y tomamos la casa de la familia Moreno, cerca a la
estación del Ferrocarril.
En esta casa conozco la responsabilidad del trabajo,
el estudio, la vanidad y la alegría.
Dos años después volvemos a Bogotá, a un apartamento en
céntrico sector de
Bogotá. Gran reto para mi madre, enterarse
que Arturo, joven y desempleado, se casaba.
Nació Juan Carlos en agosto 1º de
1962.
La rutina de mi estudio y trabajo, hace crecer
a “kilómetros”, los pasos de la responsabilidad.
a “kilómetros”, los pasos de la responsabilidad.
¡No al aborto!
Así me siento...
con ganas de volar!