martes, 17 de julio de 2012

Garzas migratorias III


…Así quedaron las cosas por unos días y yo disimuladamente, en alguna charla casera, sin referir el episodio dije, es muy abstracta la verdad y la mentira, para que un niño encuentre que lo hace.
Semanas, tal vez más, dos largos meses, volvimos a la finca, pero en esta ocasión, sus padres fueron con nosotros. Yo no bajé a la quebrada, me quedé en el carro, para un rato leer y otro orar al buen deseo de que la nueva siembra, ya no de criolla, sino de arveja, se diera bien.

Johanna y Santiago bajaron con Isabela, Jairo y Susana, también.
Cual deliciosa sorpresa fue para mí, escuchar a Santy, cuando regresaron... 
“Ah, entonces esos eran los patos que tu viste en el otro paseo?”
"Sí papito, viste qué lindos!! *Por eso me gusta venir a la finca, para ver muchas cosas bellas".
Yo quedé estupefacta, pero no comenté nada, en igual posición a la de la mesa, cuando a mi reinita se le daba una gigante clase de moral.
¡No mentir!
Jairo asintió feliz y Susana también. 
Yo respiré, esperando que el comentario siguiera, 
para establecer primero, qué patos y segundo, 
cuál lago…
Jairo ampliando su gusto por lo que había visto dijo: "pero…esos nos son patos, qué clase de aves serán? Porque son acuáticas, pero su plumaje y pico no son de pato…"
Volví a respirar y tímidamente pregunté Cómo son?
Él contestó: "de un plumaje grisáceo, muy brillante y un pico largo como el de garzas, pero no son garzas, tampoco".
Ya, con esta aclaración dije tal vez sean garzas migratorias que vienen de Canadá, para la niña son “patos”. Con esta afirmación quise enseñarlos a que así como ella los distinguía con otro nombre, es para los niños la verdad.
Difícil establecer en su cortísima edad qué es verdad, ilusión o mentira. 
También, que no eran ni patos, ni gansos, ni cisnes, 
sino aves migratorias, cuya clase llamamos garzas.
Interioricé para alimentar mi alma del cuento del patito feo...
que no era pato, ni feo, sino un hermoso cisne. 
III envío

lunes, 16 de julio de 2012

Garzas migratorias II


…Nunca supimos si relata a sus padres lo que ha experimentado, pero nuestro entusiasmo es que “viva”, que explore y que extienda el tiempo en su infantil recreo.
También aprovechamos los viejos y secos bejucos para que se meza y crea que juega en hazañas de Tarzán; la animamos para que repita estos ejercicios, que despiertan seguridad en su natural balanceo.
Cuando nos interpela para aclarar sus inquietudes, somos descriptivos al máximo. 
Mas en este viaje, contando con un frío y lluvioso día, 
el paseo se acortó.

Jamás supimos que ella había divisado en uno de los espejos de agua de la quebrada, unos animalitos acuáticos que en ese reducido viaje, habían alimentado su entusiasmo, su dicha, su recreo, y abonado mayormente su deseo de pronto regreso y vacación.
Almorzando días después Santy le preguntó a papá a qué lago habíamos llevado a Isabela, dónde hermosos patos nadaban.
¡Todos nos miramos!
Yo no pronuncié palabra, -temía alimentar en mi niña, quizá una ilusa visión-. Jairo despistado trataba de recordar, así llegó a su mente “que tal vez era la laguna de las garzas blancas de la autopista, pero mi muñeca insistía que el lago era de la finca y tenía patos lindos. Susana dijo no haber visto patos, ni lago, ni nada.
Johanna y Santiago, a un tiempo miraron a Isabela y le advirtieron que no debía decir mentiras. Yo sufrí...
Cuándo se sabe que un niño miente? ¡JAMÁS! Los niños no mienten, fantasean,  sueñan, imaginan, crean…

No quería decir nada a su favor, no debía, no podía…
Quería ser cómplice con ella y mil pensamientos cruzaron por la mente de mis afectos. Desmentir, era contradecir su fantasía; solidarizarme, es enseñarla de verdad a mentir, yo no había visto patos; defenderla, era desautorizarlos; así, dolorosamente, 
preferí callar…
Sin dramatizar, para romper 
tal circunstancia, con algo 
de apoyo, le pregunté: 
“reinita, dónde estaban los patos?
"En el lago de la finca, abuelita…"
Entonces, me tranquilicé y ella recibió mi tácita aprobación, pues no la contradije, sino que le di un tono de credibilidad.
II envío

domingo, 15 de julio de 2012

Garzas migratorias I

No patos, ni ganzos, ni cisnes, quizá...
garzas migratorias
Cierto inesperado día de recreo para mis niñas, nos dispusimos
viajar al Cerezal 


 

La idea que Isabela tiene de ir a la finca, es visitar nuestro pequeño terruño en el Rosal,  linda finquita, heredada por el apellido Forero, es decir, que la recibió Jairo, 
de mi distinguida suegra.
Así como nuestra primera casa fue el producto de la venta de Raizuly*, con el 
Cerezal, es el disfrute de los paseos que Isabela organiza.
Esos cortos viajes se hacen cuando Santiago, nuestro hijo mayor, a petición de Isabela, nos entrega el carro y las llaves; advierte el tanqueo de gasolina, nos obsequia un delicioso fiambre y suma unos billetes para lo que se ofrezca.

Como les contaba, salió un inesperado paseo y nos alistamos para viajar.
No menos equipado debía estar el baúl del carro, -como siempre que vamos. Las niñas empacan carpa, colchoneta, mantel, dulces y golosinas para el picnic; agua y toallas. 

Sin faltar aros, balones y muñecas, pues Isabela disfruta tanto esos paseos, que quiere verse acompañada de cuanto juguete tiene en sus dos casas, su apartamento paterno, del cual no trae mucho y el muñequero que tiene en nuestro recinto.
Aquél día no madrugamos, pues se trataba de una salida sin programación, apenas llevamos esas “cositas”, para que la niña experimentara un -gran paseo- 
Ella estuvo atenta a múltiples explicaciones, esperando salir.
Cabe decir que quienes sembraron, no dejaron entrada para el carro, así, tuvimos que estacionarlo en la portada y armar la pequeña carpa con infinidad de juguetes, que no les dejaron espacio ni a Isabela, ni a Susana.
Sin embargo, mi tesorito creía estar de vacaciones.
 
De pronto, por la estrechez de su carpa, para su gran necesidad de espacio, resolvió decir, abuelito, por qué no bajamos al bosque, así  llama mi ternura un húmedo terreno con pozos naturales, que conservan el agua que surte la quebrada.

Por obvias razones es dónde árboles y arbustos, enredaderas y zarzas, juguetean, a nuestro paso. La maleza que cubre nuestras cabezas e impide caminar libremente, 
recibe el golpe de la peinilla, para abrir camino, sin peligro, dice Jairo.

Cuidadosamente caminamos, deteniendo a Isabela, para mostrarle cuanta vegetación encontramos y suponemos que es importante para su exploración. 
Como la finca estaba sembrada de papa criolla, -uno de sus predilectos alimentos-, pudimos explicarle detalles al respecto, la hoja de la planta, el color morado de la flor, las matas grandes, las pequeñas y una que otra papita, saliente.
 
En el bosquecito le enseñamos las plantas que no hay en la ciudad, florecillas silvestres, moras de monte, musgo, lama, quiches, árboles caídos, que fueron castigados por los rayos…pozos tapados y destapados, agua filtrando y, por supuesto, que no se escape detalle, para que tenga repertorio, a su regreso.
 En tono divertido, pregunta: –Cuándo volvemos? 
I Envío

miércoles, 11 de julio de 2012

Vida sana


Armonía entre mente, cuerpo y espíritu 

 

En cada uno existe la posibilidad de una vida plena.
Si estamos vivos, debemos agradecer tener un nuevo día, otra oportunidad,
llenarlo de amor y entusiasmo, proyección e ilusiones, retos y luchas.

Nuestros pensamientos invitan al bienestar, 
a ser capaces de amarnos y perdonar.

Si logramos ser de alma sencilla, encontraremos en nuestro corazón la sensatez y sabremos tolerar la incomprensión de los intransigentes, los golpes y las exigencias de los que mandan y el tiempo desperdiciado-aparentemente- en atender a quienes presionan, porque amar la vida es aceptarnos, tener dominio de nosotros mismos, sin descuidar a quienes necesitan de nuestra atención, que llamaremos misericordia.

 “la verdadera sencillez es la señal del alma enérgica, que se domina”.
          Si nos dejamos afectar nos deprimimos o parecemos
indiferentes, egoístas.

Entenderemos que hay un ser superior llamado Dios, cuya
 abundancia de amor, buena parte de la humanidad, desconoce.