domingo, 18 de diciembre de 2011

En el andén de la vida


El paquete de galletas…
Cuando Aquella tarde llegó a la vieja estación, le informaron que el tren se retrasaría, como una hora.
La distinguida señora, algo molesta, compró una revista, un paquete de galletas y una botella de agua. Se sentó, en una banca de espera para la salida del tren.
Un joven se sentó a su lado y comenzó a leer el periódico…
Imprevistamente, la señora observó que el muchacho saboreaba unas galletas, mientras leía…  Disgustada, pero no grosera, tomó una galleta del paquete, la mostró al joven y se la comió, lo miró fijamente.
El joven sonriendo tomó otra galleta, la miró y se la comió. Enojada, la señora tomó otra galleta y con muestras de fastidio, continuó comiendo, entre mirada y mirada, la señora disgustada y el joven sonriendo.
La señora irritada interiorizó: no será tan fresco de  tomar la última galleta…Lo observó, miró el paquete de galletas… y se detuvo a esperar la reacción del joven. Él, calmado,  cogió la galleta, la partió en dos y con cordial gesto brindó a la señora una mitad.
-Gracias! Dijo la mujer tomando con rudeza su parte.
-“Con gusto”, contestó el joven sonriendo…
El tren anunció la salida…
 La señora se levantó furiosa de la banca, subió al vagón y al arrancar el tren volteó a mirar hacia la banca, curiosamente el joven continuaba sentado allí…
De nuevo interiorizó para juzgar el comportamiento de abuso del muchacho y con enojo lo miró.
Saboreaba el mal humor por el incidente de las galletas; así, distraídamente abrió el bolso para sacar la botella de agua. Cuán sorprendida quedó al encontrar con la botella,  el paquete de galletas que había comprado.
Arrepentida, meditó:
“Nuestros apresurados prejuicios nos hacen cometer las peores equivocaciones. Juzgamos injustamente personas y situaciones, somos tajantes en la crítica, encasillamos en ideas preconcebidas a nuestros semejantes, no manejamos la observación y perdemos la gracia inmensa de  ser solidarios y compartir. Nuestra desconfianza crece y nos inquietamos por acontecimientos, que de pronto, no son reales. Nos adelantamos a hechos que no sucederán…”
Por lo anterior debo ser más serena en mis juicios, prudente en las actitudes, misericordiosa en la crítica, indulgente para no culpar y jamás estar a la defensiva.

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