“El señor, de apellido Amado, Sargento de la Policía , estaba al mando de
una División, por los años 38 ó 40, como subalterno
de un Mayor muy estricto.
Cierta mañana el sargento tenía que entregar el mando, con
el reporte de las novedades.
Como siempre, formó las filas del personal que había estado
de guardia. Todos, Sargento y policías, esperaban al mayor casi sin respirar,
por el pánico que les producía su presencia.
Aquel día, el sargento miró el reloj y dió la orden de:
¡Rompan filas!
El personal obedeció sobresaltado por el miedo a la orden dada
y sin comprenderla, se alejaron…
Pasó un minuto y llegó el Mayor; con desconcierto y una seriedad superior
a la de todos los días, miró al Sargento,
a la de todos los días, miró al Sargento,
sin palabras, con una inquisidora mirada,
le hizo comprender qué no entendía
lo que pasaba…
le hizo comprender qué no entendía
lo que pasaba…
El Sargento, también sin palabras, miró
el reloj, que pendía de la pared,
había pasado un minuto...-
el reloj, que pendía de la pared,
había pasado un minuto...-
El Mayor comprendió que estaba retrasado...
No cruzaron palabras y el Sargento dijo:
“¡Sin novedad en el frente!”.
El Mayor se retiró, y el Sargento, interiormente sonrió...
Había llamado la atención a su Mayor, porque:
"Las órdenes se cumplen o la milicia se acaba".
Nota al margen: Si no supiera quien
era mi padre, esta anécdota, relatada por
uno de los protagonistas, a una de las hijas
del Mayor Bazzani, en octubre de 1959,
sería trivial...
¡No al aborto!era mi padre, esta anécdota, relatada por
uno de los protagonistas, a una de las hijas
del Mayor Bazzani, en octubre de 1959,
sería trivial...
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