jueves, 18 de abril de 2013

La exactitud


“El señor, de apellido Amado, Sargento de la Policía, estaba al mando de 
una División, por los años 38 ó 40, como subalterno 
de un Mayor muy estricto.
Cierta mañana el sargento tenía que entregar el mando, con 
el reporte de las novedades.
Como siempre, formó las filas del personal que había estado 
de guardia. Todos, Sargento y policías, esperaban al mayor casi sin respirar, 
por el pánico que les producía su presencia.

Aquel día, el sargento miró el reloj y dió la orden de: 
¡Rompan filas!
El personal obedeció sobresaltado por el miedo a la orden dada
y  sin comprenderla, se alejaron…
Pasó un minuto y llegó el Mayor; con desconcierto y una seriedad superior 
a la de todos los días, miró al Sargento, 
sin palabras, con una inquisidora mirada, 
le hizo comprender qué no entendía 
lo que pasaba…
El Sargento, también sin palabras, miró 
el reloj, que pendía de la pared, 
había pasado un minuto...- 
El Mayor comprendió que estaba retrasado...
No cruzaron palabras y el Sargento dijo: 
“¡Sin novedad en el frente!”.

El Mayor se retiró, y el Sargento, interiormente sonrió...
 Había llamado la atención a su Mayor, porque:
 "Las órdenes se cumplen o la milicia se acaba".

Nota al margen: Si no supiera quien 
era mi padre, esta anécdota, relatada por 
uno de los protagonistas, a una de las hijas 
del Mayor Bazzani, en octubre de 1959, 
sería trivial...
¡No al aborto!Posted by Picasa

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