martes, 14 de agosto de 2012

El autoritarismo

Poder del –pendenciero hacia el débil-
La violencia entre los jóvenes es la amenaza constante que causa temor, 
miedo, siembra terror en los que no pueden defenderse por sí mismos 
y no acuden a pedir auxilio, dar a conocer la cruel situación que viven, 
por las mismas causas.
Cuando –se humilla, excluye, discrimina, aísla, descalifica 
y critica un semejante, estamos causando maltrato físico y moral; 
ocasionamos daños irreparables en el desarrollo, convivencia, comunicación 
y participación de las labores y actividades a las cuales 
se dedican o deben integrarse.
La falta de respeto al próximo, cual es nuestro prójimo, lleva al tirano 
a  mantener el desplazamiento del impotente, porque la aceptación 
de su “aberrante comportamiento” y el tácito reproche de quienes 
le siguen el juego, refuerzan su actitud jactanciosa de malo.

La amenaza, el reto constante, el rechazo y el despojo de los derechos, 
hace que una persona sienta que es débil.
A esta angustia se ven abocados los niños*, los jóvenes, los hermanos 
menores y algunas esposas. Cualquier persona puede estar sufriendo 
una situación de intimidación, pasando por la experiencia de la impotencia.

La autoestima, “amor propio” se ve amenazada, al creer que, si no pueden 
defenderse en el campo que viven, mucho menos podrá hacer valer
su propia existencia.

                  -  T O R D O, en España- 
Lastimosamente el menosprecio del despojo humano se experimenta 
en el hogar, el jardín infantil, todos los niveles educativos, 
hasta los universitarios y académicos. Aun más notorio, en las empresas.

El rechazo y la discriminación comienza con los “sobrenombres, 
la no participación, la rivalidad, la ironía y la burla”.

Recibamos –voz de alerta- y ayudemos a quienes se aíslan, silencian, 
y cambian hábitos de comportamiento o liderazgo, para
no convertirlos en aturdidos. La negligencia e indiferencia, 
apuntan a la falta de rectitud y misericordia.

* “¿Quien es el más importante en el reino de los cielos?
El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí.
Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo 
que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.
Lo mismo vuestro Padre del cielo: no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños."   
                                                                                                               Mateo 18, 1-5. 10. 12-14

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