Mi esperanza eres Tú, Oh Santísima Madre del Rosario.
Te ofrezco la última “flor” azulada, como el ropaje de La Milagrosa. Te la regalo. Amorosa te lleva mi alma. Vive en mi corazón y permanece más frágil. que aquel 14, que hizo latir el corazón, que ya no es mío. Me cuidas, Oh Madre Inmaculada de Lourdes, desde hace ocho décadas y no me aparto de Ti. Cobíjame con tu abrigo de La
Bordadita. No me abandones, a tu lado estoy segura. Escucha mi confesión HOY, como La Auxiliadora. Sigo en el contraste de los afectos fríos, aturdida aun, inmóvil en el estado congelado del desconcierto. Ayúdame a ver claro el leño atravesado de mi pecado para no agraviarte, Señora de Los Dolores. Pesan, Madre de Perpetuo
Socorro, mis quejas. Busca, por mí, la indulgencia a las miserias mías. ¡Ampárame! Oh Virgen de Las Angustias. Busco tu amor en los brazos de La Consolata, para no caer por el despeñadero de Las Lajas. ¡Llévame de tu mano! Bajo tu manto de Las
Mercedes, lleva al cielo a mis amados. Dame la paz de La Piedad,
que perdí… Por la ausencia de un instante de comunión, en mi alma
destinada al amor. |
ELLA, la Santísima Madre que cubre a mis cinco hijos
ResponderEliminary a mí, desde el alumbramiento, le envío mi amor en
pétalos de besos y en puñados de rosas mis desvelos.