martes, 7 de abril de 2020

Ahora, todos somos iguales...





Los antónimos no existen, los antípodas, tampoco.

·         Los sanos y los enfermos, que no se quejarán.
·         Los honestos y los ladrones.
·         Los hombres, mujeres y niños.
·         Los jóvenes y los ancianos.
·         Los pobres y los ricos.   

·         Algunos “descansarán” lo no descansado, llorarán, 
los sentimientos callados. Creo que otros morirán, no 
por la /enfermedad/, sino por la impotencia.

·         El Clero debió aprender a evangelizar de otra forma, 
con o sin ovejascomo lo hicieran muy pocos sacerdotes 
que se adelantaron a la necesidad actual.

·         La competencia de los negociantes de la FE, ya no 
recibirán diezmos. La oración, a los ojos de DIOS, es efectiva, 
valiosa y nada cuesta.

·        Dinero? Para qué? Aun habrá codicia?
No creo. Ya no hay caprichos. ¡Todo es ganancia! 
 Hoy serás tú, mañana ellos, después nosotros, yo, quién?
De ésta nadie está exento. Todos SEMEJANTES en temor…

·        Alguien querrá vestirse?
No hay para qué aparentar, mucho menos despertar interés…

·         Quién buscará actividad?  Cuál?  Para qué?  Por qué?

Pienso que la equidad obligada nos enseña, que: 
haber abusado del ALBEDRÍO nos llevó a la anarquía personal, 
al desenfreno total. 

Somos presos, NO, prisioneros de nuestra propia causa.
Recapacito que los únicos “esperanzados” sean los que ACEPTAN.

Así: si te animas a escribir, desarrolla tus ideas. 
Si lees, bebe las letras. Si aun crees que volverá la 
“mal llamada normalidad”, estás nuevamente errado, 
confundido, desorientado, ALETARGADO

Sigue III entrega.

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