miércoles, 30 de septiembre de 2015

Curiosidades místicas

Santiago y Juan, Apóstoles del Señor, fueron llamados,
por Jesús “Los hijos del Trueno”, en distinción 
a su fuerte temperamento.
Santiago, apellidado El Grande, fue el primero 
de los Apóstoles en dar testimonio de su Fe, 
Juan, el último.
Por ignorancia, la madre de los hijos de Zebedeo,
pretendía que sus hijos se sentaran a lado y lado de 
Jesús cuando llegara a su Reino, lo que no sabía ella, 
era que su Reino no es terrenal.
Tener fuerte temperamento no es una falencia, 
justamente es lo que se opone a la flaqueza.
Respecto de la personalidad, encontré un viejísimo archivo
que a tal propósito dice:
“La singularidad, en todo ser, es una virtud.
No se debe perder la distinción.
Es una riqueza de acercamiento a Dios, no un estigma.
Quienes con o sin limitaciones se ven diferentes,
se perciben distintos, NO pertenecen al “común
denominador”.
No deben sentir vergüenza o buscar afinidad de congéneres
o igualdad de comportamiento y convertirse en
imitadores, en el -mundo de la copia-.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Tranvía de llantas

Motivada por el paseo que hicimos con Isabela y Susana (1)
por la Candelaria en un Tranvía de llantas, dialogamos con uno 
de mis hermanos mayores, quien comentó sus experiencias 
sobre Bogotá en la historia del tranvía.
Recopilación 
Funicular - Transporte, algo masivo
El primer transporte masivo fue el tranvía de mulas, 
carruaje tirado por bestias, reemplazado por el tranvía 
descubierto, traído por el Alcalde Nemesio Camacho,
de quien tomara el nombre de “Nemesias”.
Después llegaron las  “Lorenzas”, tranvía cerrado y lujo; 
también su nombre obedeció al de la primera dama Doña 
Lorencita Villegas de Santos.
Las “Nemesias y Lorenzas”  despertaron la admiración de los 
citadinos, pues en la oscuridad de la noche  irrumpían con el chorro 
de luz que salía del reflector que llevaban al frente del coche.
Las ventanas estaban engalanaban con cortinas estampadas 
de listas rojas y azules, que los pasajeros subían y bajaban para 
experimentar el resorte con el cual se movían y se disputaban 
las bancas brillantes, taponadas en amarillo, con brazos de metal.
Tanto el  conductor, como el cobrador, lucían flamantes 
uniformes con botones dorados, que impactaban al mirarlos.
El tranvía abierto, de franja azul, cubría la ruta de San Cristóbal 
a Chapinero; el de franja blanca, iba del barrio Santander, 
por la calle 20 sur, hasta la ciudad Universitaria. 
El tranvía amarillo venía del barrio Ricaurte hasta los 
Barrios Unidos, hoy Siete de Agosto. 
Hubo una ruta que venía por la carrera 13 y 
subía por la calle 43.
Las rutas se cubrían rodando por los rieles que atravesaban 
la ciudad hasta  llegar a la Avenida de Chile con carrera 7ª (*). 
Allí estaba el bar “Tout-va-Bien con cuatro líneas de bolos, 
dónde los bogotanos se distraían.
La velocidad que desarrollaba el tranvía eléctrico era superior 
al de mulas, pues en cinco minutos recorría 10 cuadras, 
mientras el otro gastaba media hora. El recorrido cubría 
vías del centro, el Cementerio Central y Chapinero, 
con  excelente servicio.
Las tarifas eran de 3, 5 y 10 centavos por persona, 
según el tranvía, lo que hizo una popularidad de servicio 
incluyendo ruanas y canastos. 
El “elitismo” se hizo presente en el tranvía, al frente 
llevaba el letrero: “Servicio Obrero”.
El 9 de abril de 1948, con el Bogotazo, 
desapareció el servicio del tranvía 

                                                             
Anécdota:
A principios del siglo pasado
uno de los tranvías resbaló
sus ruedas sobre los rieles
y acabó en pleno con Chapinero.

Al margen:
Como todos los desmanes que
suceden en nuestra bella ciudad,
la línea férrea del tranvía fue
cubierta con pavimento durante
una de las alcaldías que más
atropelló el transporte masivo.

                   Visita:                               susanacantoalavida.com.co