Un confiado ratón…
Se atrevió entrar
al armario de una joven señora (1).
Cierto día, ella, al escuchar un
chasquido, con sumo
cuidado y paciente espera, descubrió
que se trataba de un pequeño ratón.
Conmovida por el diminuto animal,
comenzó a alimentarlo todas
las noches, dejando migajas de galleta,
pan o queso.
Hubo de viajar a Cali por vacaciones; preocupada por el ratón,
recomendó a uno de sus sobrinos políticos para
cuidarlo,
sacando la promesa de dejar la
porción semejante
a la que ella colocaba.
Como también tenía un perro, solicitó
a una de sus cuñadas,
el cuidado de éste.
Los dos parientes escogieron cama
para dormir;
Aurita, que así se llamaba su parienta, tomó
la de su hermano,
y el sobrino, la de la joven
señora.
Confiada estuvo descansando y
periódicamente llamaba
a ver cómo estaban sus mascotas.
a ver cómo estaban sus mascotas.
A su regreso, lo primero que hizo fue preguntar por
los animalitos.
Aurita, muy tímida le comentó que el perrito
había sido víctima de
las llantas de un carro, pues se
había escapado de la casa…
Un poco disgustada, se repuso,
pensando que tal vez le quedaría
el ratoncillo, entonces,
rápidamente, preguntó al sobrino
-y mi ratón?
A lo cual él contestó:
-Tú no me dijiste que dormías con
él.
-¡Yo? Nooo!
-Un día encontré la ración intacta, que había dejado por
la noche y pensé que se había ido.
Lo descubrí al tender la cama y verlo “frío”,
1) Agradezco el aporte a mi hermana.
Al margen:Qué
puedo agregar a esta historia y no cuento?
Que:
“Cada quien es víctima de su propio invento”.
Que
los niños, como siempre, son víctimas de los
yerros
de los adultos con esta desbordada
–zoolatría-, pues la gente convive con mascotas,
las
infecciones y
contagios, ruedan por doquier.
Los
médicos han optado por llamar “virus”
a toda
enfermedad
no declarada.
Parques,
prados, jardines y zonas de –recreo- son
privacidad
de los perros, amén de lo que acostumbran
sus amos, en
sus lechos de descanso y horas de sueño.
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