lunes, 15 de septiembre de 2014

Mis hijas


Ayer, con la ausencia de Susana en 
nuestro hogar y con motivo del
cumpleaños de mis hijas, nos fuimos 
a la Iglesia de Lourdes,
para asistir a la Eucaristía de la 1:30 p.m. 
Es al templo que me gusta asistir, 
cuando mis afectos y espiritualidad 
se juntan.
Hacía como tres años no íbamos, 
por causa de la restauración del mismo.

Hice cuenta del tiempo transcurrido, 
porque soy cuidadosa en rememorar...
Me encanta la historia familiar 
y genética que alimenta mis recuerdos 
y pensé: 
“Aquí me bautizaron, hace más de 74 años;
hoy hace 62, hice mi Primera Comunión 
y hoy, mis hijas están de cumpleaños.
 
Era una ocasión para celebrar, pues solos estábamos, Jairo y yo.
Hubo sentimientos encontrados, dada la situación de Meco,
a cuyo amparo dejé ante el Sagrario en la bella Capilla de 
Nuestra Señora de Lourdes. Contemplándola, le hablé íntimamente y le 
recordé que ella es mi patrona, pues nací el día de su fiesta, febrero 11.

También, sin detenerme mucho, repasé nuestra entrevista,
de la mañana, con Derkind.

Había pasado el corto y desperdiciado tiempo de 16 años, 
con escasas y cortas ocasiones, que obedecieron al dolor, 
para que volviéramos a mirar nuestros ojos…
Ayer, también había sido neurálgico el momento por Meco…

El acudió a mi interpersonal llamado para recoger una hermosa foto 
de su hermano y amigo, que yo conservaba en miniatura y lo había 
hecho ampliar para regalárselo a Sofía, la nieta de mi delicado sobrino.

La intención era distinta a la que surgió a la entrega.
Derkind, tácitamente, con su mirada me pidió la copia, que yo tenía
destinada para otra persona de mis afectos; accedí, después de 
preguntarle si la quería…
En casa de Meco, parece que hubo sorpresa y Sofía la recibió 
como un regalo de cumpleaños, pues ella también 
nació el 14 de septiembre.
 
Hermoso año 1952, de grata recordación, en cuyo grado escolar, 
hice mi Primera Comunión. Gran oportunidad para reencontrarme 
con papá, a quien no veía desde el año 47.
Para esa época, mi madre nos indicó a mi hermana y a mí,
la forma de comunicarnos con papá y avisarle el gran acontecimiento 
espiritual,o sea que era y es una fecha muy importante, 
septiembre 14 de 1952, que hoy distingo como la honra a la Santa Cruz.

La Eucaristía celebrada en la Iglesia de los Dolores, del barrio, 
donde vivíamos en el “edificio” de mi abuela, que mi madre había recibido 
parte, como herencia.

Con la experiencia que tengo,
a 2014 he RECONOCIDO, que no éramos indiferentes para papá,

de lo contrario no habría acudido a nuestro llamado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario