Ayer, con
la ausencia de Susana en
nuestro hogar y con motivo del
nuestro hogar y con motivo del
cumpleaños
de mis hijas, nos fuimos
a la Iglesia de Lourdes,
para
asistir a la Eucaristía de la 1:30 p.m.
Es al templo que me gusta asistir,
cuando mis afectos y espiritualidad
se juntan.
cuando mis afectos y espiritualidad
se juntan.
Hacía como
tres años no íbamos,
por causa de la restauración del mismo.
Hice
cuenta del tiempo transcurrido,
porque soy cuidadosa en rememorar...
Me encanta
la historia familiar
y genética que alimenta mis
recuerdos
y pensé:
“Aquí me bautizaron, hace más de 74 años;
hoy hace
62, hice mi Primera Comunión
y hoy, mis hijas están de cumpleaños.
Era una ocasión para celebrar, pues solos estábamos,
Jairo y yo.
Hubo sentimientos encontrados, dada la situación de
Meco,
a cuyo amparo dejé ante el Sagrario en la bella
Capilla de
Nuestra Señora de Lourdes. Contemplándola, le hablé íntimamente y
le
recordé que ella es mi patrona, pues nací el día de su fiesta, febrero 11.
También,
sin detenerme mucho, repasé nuestra entrevista,
de la
mañana, con Derkind.
Había
pasado el corto y desperdiciado tiempo de 16 años,
con escasas y cortas ocasiones,
que obedecieron al dolor,
para que volviéramos a mirar nuestros ojos…
Ayer,
también había sido neurálgico el momento por Meco…
El acudió
a mi interpersonal llamado para recoger una hermosa foto
de su hermano y amigo,
que yo conservaba en miniatura y lo había
hecho ampliar para regalárselo a
Sofía, la nieta de mi delicado sobrino.
La
intención era distinta a la que surgió a la entrega.
Derkind,
tácitamente, con su mirada me pidió la copia, que yo tenía
destinada
para otra persona de mis afectos; accedí, después de
preguntarle si la quería…
En casa de
Meco, parece que hubo sorpresa y Sofía la recibió
como un regalo de cumpleaños,
pues ella también
nació el 14 de septiembre.
Hermoso año 1952, de grata recordación, en cuyo grado
escolar,
hice mi Primera Comunión. Gran oportunidad para reencontrarme
con papá,
a quien no veía desde el año 47.
Para esa
época, mi madre nos indicó a mi hermana y a mí,
la forma de
comunicarnos con papá y avisarle el gran
acontecimiento
espiritual,o sea que
era y es una fecha muy importante,
septiembre 14 de 1952, que hoy
distingo como la honra a la Santa Cruz.
La Eucaristía
celebrada en la Iglesia de los Dolores, del barrio,
donde vivíamos en el
“edificio” de mi abuela, que mi madre había recibido
parte, como herencia.
Con la experiencia que tengo,
a 2014 he
RECONOCIDO, que no éramos indiferentes para papá,
de lo
contrario no habría acudido a nuestro llamado.