jueves, 26 de junio de 2014

Escuela para padres II

Los eufemismos, términos de uso frecuente, no siempre son decorosos; 
son expresiones que suenan duras y malsonantes, 
socialmente hablando.

El uso de los eufemismos a veces obedece a causas emotivas de miedo, exageración, emoción, delicadeza, autoridad y decencia, 
también para dar por explicado un tema, de forma clausurativa o enfática.
Son similares al adagio, aforismo, axioma, dicho, proverbio y refrán. 
Todo para enriquecer el idioma, aunque suene como lenguaje coloquial -. Personalmente los denomino “filosofía popular” y los comparto en mi blog.
 Aquí, algunos de los vocablos, con los cuales mi madre, complementó parte de la lingüística familiar para orientar a los hijos y nietos, sin mayor explicación, ni  ambigüedad.
"Cuando se educa una mujer, se educa una familia".


Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente.
Cambiar pan por mogolla.
Caras vemos corazones no sabemos.
Cayó como anillo al dedo.
Cayó como pedrada en ojo tuerto.
Claridad de la calle, oscuridad de la casa.
Como cuido lo mío, cuido lo ajeno.
Con la vara que midas, seréis medido.
                                    Cuando la enfermera vino, ya el chino cortaba leña.                                      Cuando la pata se hincha, la sepultura relincha.
Cuando uno menos piensa, salta la liebre.
Cuatro ojos ven más que dos.
Cuentas claras, chocolate espeso.
La tala de árboles sigue perjudicando el 
Planeta.














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