jueves, 8 de febrero de 2018

“Como una mirla en un cerezo”.

En este estado de contento, aprendí que
/el canto de las aves son voces/.

Siendo las 5:30 a.m. de hoy, jueves, al despedir a mi 
esposo, para su trabajo, amenizaba el clarear del día 
el hermoso canto de una mirla, que se columpiaba 
en una de las cuerdas telefónicas que entorpecen 
la vista, si queremos mirar el firmamento. 
Las luces públicas aun alumbraban la calle.
Los dos quedamos silenciosos para con su sinfonía, 
deleitar el alma…Para no interrumpir su trino y, 
menos espantarla.
De pronto, Jairo rompió el sigilo mientras abría 
la reja que protege el ante jardín de casa y pronunció 
Uyuyy. Qué friío”, yo, algo asombrada lo miré, 
pues él jamás se queja de los cambios de clima, 
ni de la temperatura, a mi desconcierto, detuvo sus ojos 
en los míos y explicó:

“Eso es lo que canta la mirla"; repitió el silbido varias 
veces y tradujo su voz. Felices nos miramos…
Le di la bendición y me quedé alelada…
“Como una mirla en un cerezo”. 
El ave calló y alzó su vuelo, 
entonces, entré a casa, poca luz la del día, 
MUCHA en mi corazón…
En nuestro vecindario pululan unos cuantos cerezos que
permiten el preferido alimento de las TANTAS mirlas
que acompañan con su canto el ligero paso de los transeúntes
que van hacia la calle 26, Jairo entre ellos.