"Edificaste
una torre para tu huerta florida;
un lagar para tu
vino y, para el vino, una viña.
Y la viña no dio
uvas, ni el lagar buena bebida:
sólo racimos
amargos y zumos de amarga tinta.
Edificaste una
torre, Señor, para tu guarida;
un huerto de
dulces frutos, una noria de aguas limpias,
un blanco
silencio de horas y un verde beso de brisas.
Y esta casa que
es tu torre, este mi cuerpo de arcilla,
esta sangre que
es tu sangre y esta herida que es tu herida
te dieron frutos
amargos, amargas uvas y espinas.
¡Rompe, Señor,
tu silencio, rompe tu silencio y grita!
Que mi lagar enrojezca cuando tu planta lo pise,
y que tu mesa se endulce con el vino de tu viña. Amén."